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Las filtraciones de Snowden son la punta del iceberg de una red global de espionaje de seƱales liderada por EEUU, Reino Unido, CanadƔ, Australia y Nueva Zelanda.

El pĆ¹blico mundial ha visto otro carrete mĆ s de la pelicula con nuevas revelaciones de Snowden que surgen del seno de las fuerzas de inteligencia de los Estados Unidos y del Reino Unido, los cuales han hackeado y puesto spywares en mĆ s de 50,000 redes de ordenadores de todo el mundo, la hipocresĆ­a de los EE.UU. y los gobiernos britĆ”nicos se pone de relieve. Hace menos de cuatro aƱos, Hillary Clinton, castigaba a China, declarando que "los paĆ­ses o individuos que se involucran en ataques cibernĆ©ticos deberĆ­an enfrentar las consecuencias y la condena internacional. En un mundo interconectado, un ataque a las redes de una naciĆ³n puede ser un ataque contra todos." Dado lo que ahora sabemos sobre lo que son los estados de los "Cinco Ojos" que es el dominio completo sobre la infraestructura de Internet en el mundo, ¿cĆ³mo podemos reconciliar los repetidos llamamientos estadounidenses a la libertad en Internet y la condena del monitoreo de Internet en China con la red patrocinada por Estados Unidos de hacking?.

Las agencias de inteligencia y los gobiernos que las operan que se han puesto de manifiesto se han visto hipĆ³critas, y desdeƱosas de las preocupaciones pĆŗblicas legĆ­timas. Es hora de traer estas prĆ”cticas y los acuerdos encubiertos que las sustentan, a la luz. Durante mĆ”s de 60 aƱos, el patchwork secreto de arreglos de espionaje y acuerdos de intercambio de inteligencia que componen la alianza de los "Cinco Ojos" ha quedado ofuscada por los estados a los que beneficia - Australia, Estados Unidos, CanadĆ”, Nueva Zelanda y el Reino Unido. Salvo por una liberaciĆ³n de importancia crĆ­tica de los documentos desclasificados en 2010, los estados de los cinco ojos han pasado casi 70 aƱos ocultando a sus ciudadanos el alcance y la magnitud de sus ambiciones globales de vigilancia - erosionando la capacidad del pĆŗblico para comunicarse de forma privada y segura sin examen o pregunta.

Es por eso que hoy, Privacy International ha escrito a los gobiernos de los estados de los Cinco Ojos exigiendo la publicaciĆ³n de los tratados y acuerdos en que se basa la alianza. Al mismo tiempo, un grupo de actores de la sociedad civil estĆ”n poniendo en marcha una campaƱa para poner fin a la vigilancia de masas, alistando a los ciudadanos de todo el mundo para llamar urgentemente a sus gobiernos para que acaben con esta misteriosa organizaciĆ³n. Si bien estos acuerdos han existido durante dĆ©cadas, la alianza estĆ” ahora saliendo de las sombras para bloquear las resoluciones de la ONU condenando la vigilancia masiva que se ha revelado durante el verano.

A pesar del hecho de que los Cinco Ojos comprende a gobiernos "democrĆ”ticos", las reglas que rigen las disposiciĆ³nes y reglas que han permitido la infiltraciĆ³n de todos los aspectos de los sistemas de comunicaciones globales modernas - estĆ”n totalmente ocultas al pĆŗblico. Proveyendo una compleja divisiĆ³n de funciones, responsabilidades y lĆ­neas de autoridad, y el establecimiento de centros de operaciones coordinados en comĆŗn, la disposiciĆ³n de los Cinco Ojos crea una arquitectura de inteligencia de seƱales mĆ”s vasto que la OTAN. Y mientras que sus acciones implican las comunicaciones privadas de cada individuo conectado en todo el mundo, la disposiciĆ³n fue ejecutada y opera en la clandestinidad, escondida del escrutinio de los mecanismos de supervisiĆ³n pĆŗblica y - hasta hace poco - el pĆŗblico.

No vivimos en el mismo mundo hoy como cuando fue fundada la disposiciĆ³n de los Cinco Ojos. Nuestras comunicaciones no se limitan a las fronteras, nuestros intereses no son definidos por nuestra nacionalidad. Sin embargo, al tratar de justificar sus prĆ”cticas mundiales de vigilancia, la alianza de los Cinco Ojos se basa en marcos jurĆ­dicos obsoletos que pretenden arbitrariamente distinguir entre nacionales y extranjeros, como si la internet requiriera de un pasaporte para desplazarse por sus pasillos.

Estos marcos jurĆ­dicos - que tratan de proporcionar un estĆ”ndar de privacidad de las comunicaciones para los ciudadanos de los estados de los Cinco Ojos, y otro para el resto de la poblaciĆ³n mundial - violan el derecho internacionalmente reconocido a la privacidad. Un individuo no tiene que residir dentro de las fronteras de un paĆ­s para que ese estado viole sus derechos de privacidad cuando los servicios de inteligencia interceptan sus correos electrĆ³nicos, sus llamadas telefĆ³nicas y sus mensajes de texto. Sabemos ahora que los gobiernos de los Cinco Ojos pueden espiar a distancia en las comunicaciones y las computadoras a travĆ©s de las fronteras con impunidad.

Lo que estos gobiernos no parecen entender es esto: las obligaciones de derechos humanos se aplican a todas las personas bajo la jurisdicciĆ³n de un Estado, independientemente de su ubicaciĆ³n fĆ­sica.

Un principio fundamental de una sociedad democrĆ”tica es que la gente debe conocer las leyes y normas que rigen la sociedad en la que viven. No podemos permitir que los Cinco Ojos continĆŗen operando envueltos en justificaciones vagas de promociĆ³n de la seguridad y la defensa contra el terrorismo. Hay una necesidad urgente de desenmascarar a este bifronte, monstruo de cinco ojos y someterlo a los rigores de la crĆ­tica democrĆ”tica moderna y el escrutinio. Los Cinco Ojos deben rendir un nuevo marco jurĆ­dico que respete los derechos de todas las personas, no sĆ³lo a los ciudadanos que viven dentro de las fronteras de un gobierno respectivo. Sin actuar con rapidez, el monstruo de los cinco ojos seguirĆ” creciendo en ambiciĆ³n, tamaƱo y escala, tragĆ”ndose todo a su paso hasta que no tengamos ningun Ć pice de privacidad.

La opiniĆ³n pĆŗblica y la clase polĆ­tica de Gran BretaƱa y Estados Unidos quizĆ” no quieran llegar a comprender nunca del todo la importancia del torrente de revelaciones sobre las escuchas electrĆ³nicas en todo el mundo que ha denunciado el exespĆ­a fugitivo Edward Snowden, pero para el resto del mundo, y en especial para Europa, es un momento trascendental.

Los lĆ­deres polĆ­ticos europeos deben hacerse una serie de preguntas: ¿Desde cuĆ”ndo los derechos humanos no son universales? ¿CuĆ”ndo y cĆ³mo decidiĆ³ el mundo no anglosajĆ³n renunciar a los derechos de propiedad intelectual, la confidencialidad comercial y la privacidad personal a cambio del privilegio de almacenar o procesar sus datos en Estados Unidos?

Los documentos filtrados revelan el secreto del que se rodearon Estados Unidos y Gran BretaƱa para concederse poderes legales que les autorizaban a espiar todas las comunicaciones personales y comerciales de cualquier sistema mundial de telecomunicaciones que estuviera a su alcance. Que las comunicaciones intervenidas tuvieran o no alguna relaciĆ³n con el terrorismo o la delincuencia era algo desconocido e irrelevante. Todo era susceptible de ser examinado. Sin Ć³rdenes judiciales.

Dicho de otra forma, los servicios secretos britĆ”nicos han prostituido la situaciĆ³n geogrĆ”fica del paĆ­s y la facilidad que le proporcionaba para reunir datos europeos con el fin de reivindicar un poder secreto: el hecho de que el Reino Unido se ha convertido en una superpotencia mayor que Estados Unidos en espionaje de Internet.

La organizaciĆ³n multinacional de escuchas UKUSA, creada por varios tratados secretos de posguerra entre Estados Unidos y Gran BretaƱa, se llama hoy a sĆ­ misma los Cinco Ojos. Las agencias que forman parte de ella compiten por ver quiĆ©n tiene mĆ”s penetraciĆ³n en las comunicaciones privadas y comerciales a travĆ©s de Internet.

Los Cinco Ojos son los servicios de inteligencia de seƱales (SIGINT) de Estados Unidos, el Reino Unido, CanadĆ”, Australia y Nueva Zelanda. Engloban la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense (NSA) y el Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno britĆ”nico (GCHQ). En los documentos se encuentran numerosos comentarios informales que demuestran que la mayor satisfacciĆ³n, para los agentes de los servicios de inteligencia, es vigilar todo, franquear el mayor nĆŗmero posible de sistemas de privacidad.

Los papeles muestran que los miembros de los Cinco Ojos parecen competir entre sĆ­ por ser los mĆ”s poderosos en su mundo supranacional y secreto. TambiĆ©n enseƱan que, aunque se aplican con precisiĆ³n las normas legales cuando intervienen comunicaciones de sus propios ciudadanos, no tienen ese cuidado, en absoluto, cuando se trata de ciudadanos extranjeros.

SegĆŗn los documentos filtrados por Snowden, hoy, maƱana y todos los dĆ­as desde hace tres aƱos, cualquier dato, correo electrĆ³nico, archivo o mensaje de texto que sale de Europa para su tratamiento en Estados Unidos tiene muchas probabilidades de que lo copie y lo analice un sistema de vigilancia britĆ”nico cuyo nombre en clave es Tempora.

La vigilancia abarca redes de correo electrĆ³nico de empresas estadounidenses como Google y Microsoft y el sistema de telefonĆ­a por ordenador Skype, ademĆ”s de llamadas telefĆ³nicas corrientes que se dirigen a Estados Unidos o cruzan el paĆ­s debido a la enorme capacidad de trĆ”fico de datos a travĆ©s del AtlĆ”ntico norte.

Cada elemento de informaciĆ³n enviado a travĆ©s de los enlaces intervenidos se copia y se retiene durante tres dĆ­as mientras los ordenadores de los servicios de inteligencia britĆ”nicos lo examinan y extraen la informaciĆ³n sobre los remitentes y los destinatarios. Luego se selecciona el contenido de algunas comunicaciones concretas para guardarlo de manera indefinida.

El resto, la informaciĆ³n sobre quiĆ©n ha llamado a quiĆ©n o quiĆ©n se ha conectado con quiĆ©n, se filtra y se transfiere a otro sistema de almacenamiento informĆ”tico. DespuĆ©s de clasificarla y filtrarla, la informaciĆ³n de Tempora pasa a formar parte de una gigantesca base de datos comĆŗn sobre quiĆ©n ha llamado a quiĆ©n o quiĆ©n se ha conectado con quiĆ©n en cualquier momento y desde cualquier lugar.

Puede existir aĆŗn cierto grado de protecciĆ³n para una minorĆ­a de comunicaciones que circulan por cables submarinos que no llegan a Gran BretaƱa, sino directamente de NorteamĆ©rica al continente europeo, a las costas de Francia, EspaƱa y Portugal. No sabemos. Snowden seguramente sĆ­, pero todavĆ­a no ha revelado si esos cables, cuando tocan tierra en Estados Unidos y CanadĆ”, tambiĆ©n estĆ”n intervenidos y permiten que se capturen y procesen sus datos allĆ­. Parece probable, dadas las costumbres de las agencias colaboradoras en otros tiempos.

La dimensiĆ³n y la ubicuidad de este programa de vigilancia suscita un interrogante real e inmediato para los paĆ­ses y las instituciones europeas, porque las revelaciones de Snowden confirman tambiĆ©n que ninguna cosa que llegue a travĆ©s de Internet del extranjero a Estados Unidos o los proveedores estadounidenses de Internet va a poder seguir siendo privada.

Desde hace meses estĆ”n en marcha unas delicadas y complejas negociaciones entre la UE y Estados Unidos sobre la protecciĆ³n de datos en la nube de almacenamiento y procesamiento remoto de datos. Con las revelaciones, se han sumido en el caos.

Los activistas britĆ”nicos, alemanes y holandeses llevan mucho tiempo intentando alertar al mundo sobre la importancia de una ley actualizada que aprobĆ³ Estados Unidos en 2008 y que autoriza al gobierno federal a emitir Ć³rdenes judiciales secretas para exigir a las empresas de Internet que entreguen todos sus datos originados en el extranjero.

La nueva ley se aprobĆ³ en parte para legalizar la vigilancia secreta de las redes de telefonĆ­a dentro y fuera de Estados Unidos, que el Gobierno norteamericano emprendiĆ³ poco despuĆ©s del 11-S. El sistema se conoce como “escuchas sin orden judicial”. Las nuevas normas concedĆ­an a las empresas estadounidenses que hubieran cumplido las demandas secretas del gobierno de entregar los datos inmunidad procesal frente a posibles querellas de los clientes cuyos datos se copiaran.

El presidente Obama, que entonces era senador, votĆ³ a favor.

La nueva norma es la Ley de Enmienda de la Ley de Vigilancia de la Inteligencia Extranjera (FISAAA, en sus siglas en inglĆ©s), aprobada en 2008. Es la versiĆ³n revisada de una ley de 1978, aprobada despuĆ©s de que las investigaciones sobre el Watergate sacaran al descubierto programas de espionaje ilegal por parte de los servicios de inteligencia estadounidenses. Las informaciones dieron pie a que el senador Frank Church, que presidĆ­a el principal comitĆ© investigador, advirtiera de que el poder de la NSA le daba “la capacidad… de implantar una tiranĆ­a total”.

Treinta aƱos mĆ”s tarde, da la impresiĆ³n de que ese era el plan.

No solo FISAAA no exige que la vigilancia se lleve a cabo exclusivamente en casos de terrorismo o crĆ­menes graves, sino que especifica que autoriza todas las formas de espionaje polĆ­tico y econĆ³mico de ciudadanos extranjeros. FISAAA protege a los estadounidenses del espionaje generalizado y sin orden judicial, pero a nadie mĆ”s. En concreto, autoriza la recogida de datos sobre cualquier “organizaciĆ³n polĆ­tica de origen extranjero” o que tenga que ver con cualquier “territorio extranjero y que estĆ© relacionada con la polĆ­tica exterior de Estados Unidos”. En la prĆ”ctica, a no ser que uno sea ciudadano estadounidense y viva en Estados Unidos, no hay ningĆŗn lĆ­mite.

El hecho de que Estados Unidos siempre ha llevado a cabo ese espionaje lo reconociĆ³ en marzo de 2000 el exdirector de la CIA James Woolsey cuando respondiĆ³ al informe del Parlamento Europeo sobre la red Echelon de espionaje de los satĆ©lites comerciales de comunicaciones (yo fui el autor de dicho informe).

Al explicar “por quĆ© espiamos a nuestros aliados”, Woolsey bramĆ³ y aƱadiĆ³: “SĆ­, amigos del continente europeo, os hemos espiado. Y es verdad que usamos ordenadores para clasificar los datos mediante palabras clave”. Dijo que lo hacĆ­an porque, en su opiniĆ³n, las empresas europeas pagaban sobornos.

El informe sobre Echelon derivĆ³ en la presentaciĆ³n de numerosas recomendaciones de sobre protecciĆ³n de la privacidad y seguridad comercial en el Parlamento Europeo. Todas se aprobaron en 2001. Seis dĆ­as despuĆ©s, los terroristas golpearon Nueva York y Washington. Y las recomendaciones quedaron olvidadas, hasta ahora.

Los defensores europeos de los derechos digitales alegan que FISAAA autoriza “la vigilancia general de ciudadanos no estadounidenses por parte de servicios de seguridad estadounidenses” y que es incompatible con los derechos fundamentales establecidos en la Carta Europea de los Derechos Fundamentales y el Convenio Europeo de Derechos Humanos.

En vista del caso Echelon y otras controversias anteriores, la comunidad internacional sospecha desde hace decenios que la organizaciĆ³n global de escuchas electrĆ³nicas dirigida por los anglosajones ha obtenido acceso secreto a prĆ”cticamente todas las comunicaciones civiles y militares del mundo y con fines muy diversos; no solo para combatir el terrorismo y el crimen, que estĆ”n dispuestos a confesar, sino tambiĆ©n para obtener informaciones econĆ³micas, polĆ­ticas y personales de todo tipo.

Estas sospechas se han visto confirmadas por la abundancia de documentos ultrasecretos que Snowden ha entregado a los periĆ³dicos britĆ”nicos y estadounidenses. PolĆ­ticos alemanes de todas las Ć”reas del espectro polĆ­tico, incluida la ministra de Justicia Sabine Leutheusser-Schnarrenberger, han calificado las acciones de britĆ”nicos y estadounidenses de “catĆ”strofe”.

Las revelaciones de Snowden confirman hasta quĆ© punto los servicios de SIGINT han integrado a su personal, sus sistemas de vigilancia y sus actividades de espionaje. Aunque Snowden es estadounidense y trabajaba en Hawai, al parecer tenĆ­a acceso a una gran variedad de documentos ultrasecretos que eran obra y parte del GCHQ britĆ”nico. Entre ellos estĆ”n los informes de una gran operaciĆ³n de vigilancia contra las delegaciones invitadas a la cumbre del G20 celebrada en Londres en 2009. Los blancos del espionaje eran, todos, socios de Estados Unidos y Gran BretaƱa, ademĆ”s de otros Estados mĆ”s pequeƱos como TurquĆ­a y SurĆ”frica.

El gobierno britĆ”nico ha puesto como condiciĆ³n para conceder licencias de cables submarinos que, cuando esos cables lleguen a suelo britĆ”nico, haya siempre dos conexiones en la costa. Un enlace va al telĆ©fono o la red de internet normales; el otro va en secreto a unos centros de inteligencia situados en Buda, en la costa oeste de Cornualles, o a la sede el GCHQ en Cheltenham, en el centro de Inglaterra. Otras bases de recogida de datos estĆ”n situadas en Chipre y en la Isla de la AscensiĆ³n, en el AtlĆ”ntico sur.

Otra gran base mĆ”s de escucha que posee en Estados Unidos se encuentra en el norte de Inglaterra, en Menwith Hill, Yorkshire. EstĆ” especializada en interceptaciĆ³n de satĆ©lites, y al parecer logrĆ³ intervenir las llamadas del presidente ruso Putin durante su asistencia a la cumbre de 2009.

Snowden ha dado a conocer asimismo detalles de un programa de la NSA llamado Prisma, que permite a los agentes de Estados Unidos y los demƔs paƭses de los Cinco Ojos tener acceso a los historiales completos y el contenido de nueve grandes empresas de servicios de Internet, entre ellas Google y Facebook.

Los ciudadanos estadounidenses se han enterado, gracias a las revelaciones, de que sus comunicaciones privadas no han quedado totalmente a salvo de la vigilancia de la NSA. El primer dato que se dio a conocer fue una orden judicial secreta, renovada de forma automĆ”tica cada tres meses, que exige que la compaƱƭa telefĆ³nica Verizon entregue todos los registros de llamadas al FBI y la NSA. La filtraciĆ³n de la orden confirmĆ³ que las empresas telefĆ³nicas de Estados Unidos han estado entregando sistemĆ”ticamente toda la informaciĆ³n sobre todas las llamadas de telĆ©fono hechas y recibidas en Estados Unidos. La costumbre, que comenzĆ³ por orden del presidente Bush tras el 11-S, ha continuado y se ha ampliado con el presidente Obama.

Si bien las autoridades britĆ”nicas y estadounidenses alegan que han actuado dentro de la ley y para proteger a la sociedad, no parecen muy interesadas por el daƱo que hacen a las sociedades democrĆ”ticas y la libertad de expresiĆ³n solo con la existencia de su sistema de espionaje. La vigilancia generalizada y sin objetivos especĆ­ficos conduce de inmediato a la autocensura, la inhibiciĆ³n de la disidencia y, en los casos mĆ”s extremos, la restricciĆ³n de la libertad de reuniĆ³n y la libertad de comunicaciĆ³n.

Las peores vĆ­ctimas son el discurso democrĆ”tico y la participaciĆ³n ciudadana. Los activistas como el experto britĆ”nico en privacidad Caspar Bowden dicen que “todavĆ­a estamos a tiempo de despertarnos e interrumpir nuestra larga marcha sonĆ”mbula hacia una irreversible pĆ©rdida de soberanĆ­a sobre nuestros datos en la nube”. Para que sea asĆ­, las instituciones de la UE tendrĆ”n que actuar de manera decisiva y detener la invasiĆ³n de nuestra privacidad que nos llega del otro lado del canal de la Mancha.



Informa: http://laeradeaquario.blogspot.com.es
Fuente: http://fritzspringmeier.bligoo.com

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